martes, 26 de mayo de 2015

ACERCA DE LA HISTORIA.


Nuestra vida se compone de metas, de objetivos a alcanzar.
Sin ellos no eres nada, eres un parásito.
Desde niña has de tener claro qué has de ser, sin dejar lugar a ningún desvío.
Esas metas-objetivos es lo que se valora de nosotras, lo que da sentido a lo que sea que estemos haciendo, lo que la historia (minúscula) puede llegar a recordar de nosotras.
Pero debemos recordar que la historia tiene sus rígidas reglas, se basa y se fija únicamente en momentos puntuales, como si el historiador estuviera viendo una película y apretara el botón de pausa para pasar a describir qué ve en ese momento, en ese momento que él considera "importante".
Claramente, esto puede tener consecuencias funestas: un ejemplo claro de ello es la forma en que se nos dan las noticias en la tele "sin aire: envasada al vacío", sin olor y por lo tanto, inexistente para nuestros sentidos, pero eso sí, lo más chocante y fácilmente manipulable posible, olvidando lo que es la HISTORIA (mayúscula) de aquello que ha llevado a esa su preciosa noticia.
Puede que utilizando términos más cercanos sea más fácil de comprender: este día (para mí, el escritor) empezó con un deseo (explorar) y una meta más o menos concreta (llegar a ese lugar y pasar unas horas leyendo y viviendo la naturaleza desconocida). Si alguien me pregunta "¿qué hiciste ayer?" espera que conteste algo puntual, concreto, que le ponga la pausa a la película de ayer y escoja el momento más "significativo", haciendo así digerible mi respuesta "Fui a tal sitio". PERO el cómo llegué, qué vi y sentí por el camino fue mucho más importante. Es ese tramo de tiempo situado entre los dos extremos (inicio-meta) lo que es más susceptible de contener cosas inesperadas, improvisadas e imaginativas. ¿Quién sabe si en ese trayecto iba a encontrar cara a cara con una amante inesperada, con algo injusto que me iba a obligar a actuar o simplemente el decidir que cambiaba de rumbo? * (ver nota)
Es significativo ver como un hecho puede llegar a ser importante para la historia o quedarse en el olvido, a la vez que muestra los criterios sobre los que trabaja. Un libro de historia normal (de los que tienen que aprenderse los aburridos y todavía, en gloriosos momentos, imaginativos críos en la escuela) pretende hacernos creer que lo importante es el qué, obviando las partes que segurísimo sus actores conservan en su memoria de manera más nítida y vivamente: las relaciones del día a día con otra gente, esos momentos inesperados (lo que nos cuentan como anécdotas, para dar así un aire fiel y mundano al documento) llenos de sensaciones imborrables, los problemas cotidianos de esa época... Sin esos momentos, sensaciones y vivencias no hay ninguna meta a alcanzar, pues no habría vida para poder siquiera pensarlas. Esos momentos son los realmente importantes y vitales, pero a ellos qué más les da, eso no vende, y si no sólo hace falta ver cómo nos puede interesar muchisimo más cualquier película de mierda a un documental sobre cómo se vive en alguna cultura desconocida a la nuestra. Lo importante es "el Sr.X es licenciado en económicas, director general de una importante empresa, con una esposa y dos hijos": con esto ya tenemos una descripción históricamente aceptable, pero en realidad tan aburrida y fría... Es probable que el Sr. X consiguiera su título a través de influencias paternas, es seguro que en el camino, ese trayecto que es la HISTORIA, pero que la historia no recuerda, pues no es importante, en el camino hacia su importante puesto en la empresa se haya visto salpicado (meras anécdotas) de acciones como despidos improcedentes, "flexibilización de la plantilla", regulación salarial, o simplemente, siendo el clásico jefe que ni siquiera saluda a la gente que trabaja para él. Socialmente este señor es un triunfador, el sueño de cualquier madre, como se suele decir. El "cómo", eso no tiene lugar, no es historia, aunque sea la HISTORIA. (aunque de hecho, esos métodos que he enunciado, covenientemente maquillados con palabrerías, difundidos por medios convencionales...esa HISTORIA puede ser semi-contada sin miedo a crear reacciones contrarias, por ejemplo en esas entrevistas íntimas destinadas a que ese Sr.X triunfador muestre su lado más humano)
Los ejemplos abundan, tristes y desesperados. La rueda cuadrada que se supone hace avanzar la civilización, el trabajo, es palmario. El resultado lo es todo: unas buenas zapatillas justifican aquello que no queremos ver, el proceso nos es indistinto, invisible. Cada vez que cierta gente intenta descubrir algo de ello se le ponen trabas. Para investigar el cómo de ciertas empresas corres el peligro de amenazas o de querellas judiciales. Si quieres saber el proceso de un producto de alimentación puedes volverte loco investigando a través de archivos, sub-empresas, ingredientes falsos u omitidos... El querer saber es un delito, o un quebradero de cabeza.
Para no quedarnos siempre en "ellos", observémonos un rato a nosotros. Las cumbres de los organismos que todos conocemos parecen ser la única oportunidad que tenemos de mostrar nuestro rechazo. El protestar parece, por lo tanto, un fin en sí mismo. Todo parece concentrarse en esos días: hay algo de trabajo organizativo y propagandístico antes, pero parece que no mucho queda después. La prensa nos presta atención espectacular (de espectáculo). Como todo aquello que se rutiniza, parece perder el sentido el hacerles el juego y protestar cuando saben que vamos a hacerlo.
Hechos tan concretos, ínfimos como salir el fin de semana, tener un mes de vacaciones (espera un momento, de verdad nos vamos a pasar nuestra vida aceptando que viviremos más o menos libremente -aunque ya se encargan de que no nos aburramos en ese mes "libre": viajes organizados, programació de verano televisiva- UNA DOCEAVA PARTE DEL AÑO??? Ja, ja, y nos consideramos libres -y demócratas) ver la TV después de trabajar, ir a un concierto casi por pura rutina... todo esto muestra el fracaso de una sociedad que se está olvidando de vivir, que ve la vida como un infinito "ir tirando, sobreviviendo", poniéndose unas metas socialmente aceptables para así crearse la ilusión de que hay algo por lo que "luchar", por lo que vivir, y, de que, en el fondo, todo el mundo actúa igual (pero no TODO el mundo, lo sabes y te duele).
Una vida plena y feliz necesita poquísimas metas preestablecidas e inamovibles, siendo éstas unas losas que nos pueden hacer desistir de tomar otros caminos... en vez de ello podemos valorar más el cómo, el proceso, puesto que este es siempre impredecible, además de ser los momentos por los que van a transcurrir la mayor parte de nuestras vidas. En vez de contentarse con llegar a completar un objetivo, los vitalistas anarquistas lo dejan en un segundo plano, se olvidan de él cuándo ese objetivo es más un incordio que algo por lo que merezca la pena sacrificarse; se quedan con todos esos momentos intermedios, buenos y malos... y siguen adelante. No se vanaglorian de sus éxitos, pues ello les impediría seguir explorando. Puede que no escriban libros contando sus éxitos (prefieren vivirlos), pero cuando a algún erudito externo se le ocurra hacerlo, ellos ya estarán de nuevo en terreno desconocidos haciendo otras mil revoluciones diarias. El erudito intentará seleccionar, cosificar y objetivar unos momentos que no le pertenecen, pondrá esa lucha "en su contexto histórico-social", pero ya antes de empezar, su esfuerzo habrá fracasado. La HISTORIA tal como la vivieron los que participaron de y en ella es intangible, a menos de que se sea esa HISTORIA.
Nuestro objetivo será siempre seguir adelante, explorar, tomar algunas tangentes si nos apetece en vez de el "único y recto camino moral y socialmente bueno", romper barreras personales y sociales, reescribir la vida a medida que la vivimos, minuto a minuto. Escribiremos la "HISTORIA de nuestras vidas" de forma espontánea, libre, abierta, sin horarios de entrada y salida, sin planificar nuestros viajes, cambiando de rumbo para que no nos localicen tan fácilmente... el "caos" según dicen con miedo, mientras nos lanzan miradas entre curiosas y aterrorizadas, con ese destello característico que sólo puede significar "y si yo...y si yo siguiera mis más locos sueños, dejara colgado el trabajo, olvidara de ese marido aburrido y tomara las riendas de mi vida?" .Porque es que hemos llegado al punto de que soñar no es aceptable. Cada vez más necesitan que llenemos nuestra HISTORIA de forma ordenada y uniforme: entretenimientos programados, excitación sin riesgo, sexo rutinario y comida sin alma. No se han de hacer, se han de observar y ser espectadores de sus espectáculos, a cada cuál según su sexo, edad y condición social (hay para todos los gustos!!!) Para los niños tenemos un menú de videojuegos, golosinas y mentiras; para sus padres de la buena sociedad impresionantes espectáculos de teatro clásico repetidos hasta la saciedad, salpicado de conversaciones cultos entre actos; los jóvenes rebeldes tiene ropa desenfadada y grupos punk cañeros; el ama de casa tiene su dosis x5 de culebrones... y para los viejos, esos bancos de parque unipersonales que significan aquello a lo que están condenados: soledad, un nunca dejar de observar con mirada perdida, como aquello que pudo ser se esfuma irremisiblemente, viendo como su HISTORIA (mayúscula) toca a su fin, viendo como por fin la historia (minúscula) le tiene guardado un lugar, la fecha de su muerte.
Y es que los objetivos son crueles mandamientos, fríos. Nos dicen que sin objetivos, sin metas palpables no somos nada, no tenemos ambición y que eso es para los don nadies. ¿Cómo si no con el objetivo de comprarnos una casita en la playa cuando nos jubilemos podríamos ser capaces de 40 años seguidos de trabajos forzados, alienados? ¿No sería mejor buscar las formas y relaciones con otras personas posibles para construirnos una casa en la playa, AHORA? Sólo la ciega abnegación totémica al ídolo trabajo "per se" permite que millones de personas vean cómo su vida se escapa, ocupadas en tareas que odian, trabajando para empresas que odian, odiándose a sí mismos por no atreverse. Después de milenios la humanidad ha llegado al punto en el que no importa nada cómo y porqué se trabaja. Sea en el corazón capitalista mediante la artificialidad de la mejora continua, del "se puede hacer más rápido y más barato" como en el pasado comunista donde los planes quinquenales imponían qué se debía hacer, a cualquier precio, por el bien del pueblo.
AHORA LA HISTORIA ESTÁ EN TUS MANOS!
*Por supuesto hay casos en los que no es que estés obligado a hacer algo, si no que hay veces en las que haces algo que la gente ve como obligación o atadura (cuidar de una persona querida, aunque sea durante años). La diferencia está en saber qué es por lo que tu quieres "sacrificarte u obligarte", pero no seguir ciegamente las obligaciones que la sociedad te impone (dejas que te imponga). Normalmente, la gente que no busca la posibilidad de algo nuevo es fácilmente identificable: los mártires de la rutina, los viajeros de crucero, de viaje organizado y de dos semanas al año de vacaciones, planificadores de lo que es inplanificable (la vida) o trabajadores convencidos de que no hay otra manera posible de vivir (y no nos vengan con el discurso de que sin trabajo no hay sociedad posible: no hablamos de eso, trabajamos, y con mucho más sentido que aquella persona que ni cree en lo que hace, ni tiene ilusión por ello. Nuestro trabajo se basa en el amor de fabricar algo nuestro: rehabilitar casas abandonadas, ser capaces de organizar eventos culturales y sociales gratuitos sin pedir nada a cambio (ni un voto, ni una adhesión a una organización, ni dinero), algunos hacemos lo mismo que hace alguna gente a la que la sociedad respeta y admira: tocar música, pintar cuadros, escribir poemas. La única diferencia entre nosotros los artistas anónimos y los artistas profesionales es que para nosotros es una forma de vida, para ellos, una forma de GANARSE la vida. Nótese que en su sistema siempre aparece la fórmula de la competición y de la jerarquia, ganar -lo que implica que otros no lo hacen- o que se ha derrotado a otra persona o grupo de personas en el camino hacia el éxito. Nosotros construimos huertos, casas, ayudamos a gente sin intereses monetarios, PERO decidimos qué y cúando lo queremos hacer. Resulta que si no ganamos dinero, o no trabajamos por dinero, somos unos vagos de clase media. En cambio, si hacemos lo mismo con horarios establecidos, un jefe, si entramos en la lista de trabajadores activos de los sindicatos, y si tenemos una bajísima nómina a final de mes, somos respetables y pasamos a ser potenciales "beneficiarios" de sindicatos, y de la opinión pública en general. Podemos participar en causas sindicales, pero no "por los trabajadores", si no por esas personas que resultan ser trabajadoras en un momento concreto. Puede que no reclamemos jornadas de 35 horas semanales, que es una lucha que parece ser lícita desde su punto de vista, si no que reclamemos y luchemos por un espacio y una sociedad donde la gente sea capaz de decidir lo que más le conviene. O sea que, por favor, deja ese dicurso podrido y aburrido para tus masas de demócratas y comunistas, nosotros estaremos TRABAJANDO por lo que creemos.